

Hace ya casi un año, viví una de las experiencias más interesantes, cuando compartí casi un mes dando talleres de arte a niños de kinder.
La idea partió de la iniciativa de teacher Lidia, una maestra del International School of Panama, que me dijo estaba dispuesta a tenerme un mes junto a ella para desarrollar esta actividad con los niños.
Fue así como me infiltré en su salón y empezé a observarlos hasta encontrar una manera divertida y diferente de mostrarles el mundo del arte. Lo primero que hice fue tantear si entre los niños era preferido Pollock o Leonardo, y para mi sorpresa, la mayoría de los niños escogieron a Pollock. Este artista, vino genial para poder enseñarles unas serie de conceptos como textura, color y forma.
Así y sin más que enseñarles que los pinceles rebosantes de pintura, empezaron a hacer un dripping de la forma más espontánea y como si no hubiese otra manera de concebir el desarrollo de la obra.
Para esos días, yo estaba muy aturdida, ya que había estado viendo muchos museos y no encontraba la manera de digerar toda esa información. Pero estar con los niños me ayudó a entender algo muy sensillo: a fin de cuentas hay que dejar que el instinto primario que nos mueve salga a la luz y guíe toda la información que hemos recibido.
De la nada, y después de meses de estancamientos, empecé a dibujarlos, a rayar hojas de colores y a soltarme, porque hay cosas que sólo genios de cinco años nos pueden mostrar.